martes, 2 de septiembre de 2008

Reseña de El Susurro de la Mujer Ballena

La novela El susurro de la mujer ballena de Alonso Cueto fue finalista del I Premio Iberoamericano Planeta-Casa de América de Narrativa en el 2007. Narrada en primera persona por la coprotagonista de la novela, la historia nos sumerge en el mundo de una mujer de clase media alta que tiene una familia regularmente establecida, un amante y unos pocos amigos de verdad. Sin embargo, la monotonía de su rutina diaria se ve trastocada cuando en el avión que la traía de regreso de un viaje de trabajo se encuentra con una antigua compañera del colegio: una mujer enorme, “una especie de mujer ballena” que llegó desde su olvidado pasado para encontrar en Verónica (la narradora) a ese alguien a quien culpar por todas sus desgracias. A partir de este encuentro - luego nos daremos cuenta que fue premeditado por Rebeca - se suceden otras reuniones sorpresivas, surgidas aparentemente de la nada.

En un primer momento, Verónica rechaza a esta figura fantasmal pues siempre le sorprenden e incomodan sus apariciones, principalmente porque, como todo recuerdo que dejamos olvidado, trae los secretos nunca compartidos, incluso secretos de su vida: Rebeca sabe de la existencia del amante de Verónica. Posteriormente, los encuentros van a ser planeados por las dos, Verónica entiende que la única solución, para no herir a la única razón de su vida (Sebas, su hijo), es lidiar con los problemas que había dejado escondidos muy en el fondo de su memoria, pero que la definen desde el colegio.

De esta manera, Alonso Cueto logra ingresar, y no sin precisión, en la psicología femenina. Es justo recordar que no es su primer intento pues Grandes miradas (2003) y La hora azul (2005) son novelas que también están narradas por mujeres y que se adentran en ese mundo tan difícil de alcanzar por un escritor varón. Por eso, el autor no tiene problemas para inmiscuirse en la paranoia de Verónica, en la angustiosa culpa de Rebeca o en la soledad que se puede sentir aun cuando se está rodeado de personas. Este sentimiento es el personaje principal de la novela, está siempre presente, hostigando, generando odios, rencores, culpas, miedos, es el detonante para que las coprotagonistas, que tal vez son amigas, tengan la necesidad de navegar en este viaje al pasado, en este retorno hacia aquel incidente que nadie comentó después, pero que terminó en un intento de suicidio y en un silencio asfixiante.

Es notable la manera cómo la prosa nos permite este acceso a la psicología de la mujer: accesible, sin mayores complicaciones en el lenguaje, en tal medida que nos lleva de la mano hasta el final, en el cual se relata la evolución de cada una de las coprotagonistas después de haber enfrentado a sus respectivos fantasmas. Con esta novela, Cueto confirma las razones que lo han llevado al podio más alto de la narrativa peruana de nuestro tiempo.

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